lunes, 26 de abril de 2010

MIRAR A OTRO LADO


Acabo de ver una noticia que incluía un vídeo en el que, ante una persona apuñalada en la calle, la mayoría de la gente pasaba por su lado mirando hacia otro lado.

Mirar a otro lado es una costumbre sana si se trata de cruzar la calle o de planear tu vida; porque, si sólo divisas una de las direcciones, puede que te estés perdiendo valiosas opciones o salidas dignas, en el peor de los casos. Pero, mirar a otro lado, cuando ves un cuerpo tirado en posición de dolor en el suelo, mirar a otro lado -insisto- es, en este caso, poner de manifiesto que nuestra condición de humanidad corre serios riesgos. Yo me reía cuando alguien decía "somos personas humanas". Ahora ya, no; por dos motivos.

Primero, hace dos meses y pico que mi perro Robert entró a vivir con nosotros y forma parte de mi vida. Hoy sé que no es un animal, sino una persona no humana. Desde entonces, la indisoluble unión de persona y del adjetivo calificativo "humana" no me parece tan indisoluble.

Pero el segundo motivo es aún más fuerte y, sobre todo, mucho más triste. Puede que no sólo haya otros tipos de personas que no sean humanas como mi perro Robert, que es una buena persona; puede que entonces, si la mayoría de nosotros miramos a otro lado ante la persona que yace en el suelo de la calle, ya no seamos ni tan humanos, ni tan buenos como Robert; puede, en definitiva, que ni siquiera seamos personas.

¿Qué somos cuando miramos a otro lado? Yo no lo sé.


Mati Morata Sánchez

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